Con el entorno
La globalización empezó hace 5 siglos. Con el descubrimiento de América se inició el mercado mundial y se afianzó desde entonces una sociedad mercantilista con miles de toneladas de oro y plata cruzando el mar, en los barrocos galeones de España o en las fragatas inglesas, dominando la idea de que el mundo estaba lleno de tesoros, de modo que el planeta no se cansaba de proveer de recursos al parecer inagotables a una humanidad, poco numérica pero insaciable. Bastaron tres siglos para advertir que la naturaleza estaba siendo saqueada por una civilización irresponsable y bastó uno más para entender que el dominio de la naturaleza, era un mérito peligroso.
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El último siglo, al que toda la humanidad despidió con singular alborozo, nos ha dejado llenos de inquietudes, de preguntas sobre el mundo y la civilización, que exigen de nosotros mayor lucidez y compromiso. Enfrentada a una naturaleza que a duras penas sobrevive bajo amenaza, la humanidad esgrime los recursos de la tecnología para arrancarle al mundo natural más de lo que podría darle sustentablemente.
Nunca desde los tiempos casi míticos de la domesticación de las semillas de trigo y maíz, de los caballos, de los toros, las ovejas y los cerdos, se había visto una etapa en que la humanidad obrara tantas transformaciones favorables sobre su entorno y sobre su patrimonio común.
Sin embargo, ese mismo desarrollo técnico ha permitido un incremento vertiginoso de la población hasta índices hoy alarmantes. Al parecer ya no pueden resolverse los problemas y satisfacerse las necesidades humanas con los recursos de las sociedades agrícolas arcaicas, ya no pueden resolverse los problemas prácticos de la interacción de las comunidades sin los sofisticados medios de comunicación que hoy tenemos, ya no puede asumirse el desafío del futuro a partir de los filósofos que dieron sentido a las sociedades cerradas sobre sí mismas, mucho más lentas y menos expuestas al contacto con otros.
Una de las muchas cosas que se está haciendo hoy, en todo el planeta es un inventario de lo que nos queda y la naturaleza, como dice un poeta, “es la parte intemporal del mundo, ya que no es antigua, ni moderna porque “siempre recomienza”, nueva es la hierba que crece donde hay tierra y hay agua, es el aire común que baña el planeta”.
Hoy como nunca, la naturaleza nos reclama atención. Ante la explosión demográfica, el vertiginoso progreso tecnológico, el desarrollo sustentable necesita de una política razonable sobre el uso de los recursos naturales y de mecanismos sensatos para su protección y conservación que equilibre al voraz mercado alimentario que ha sustituido al oro y la plata de hace 5 siglos.
Por ello se necesita que la sociedad en general se sienta responsable y comprometida con los productores rurales, los habitantes del campo, a los que se nos exige competitividad para no ser excluidos, a base de rentabilidad y productividad, pero con alto costo ambiental. Debemos hacer un alto para reflexionar que el fortalecimiento de nuestro sector no debe fundarse en el agotamiento de nuestros recursos naturales.
La ciencia y tecnología han sido los motores históricos del poder del hombre para transformar la naturaleza y en la era actual, considerada como la era del conocimiento, es motor importante el progreso tecnológico de la informática. La investigación científica tiene una deuda pendiente con la naturaleza, que sólo será saldada si, organizadamente, la sociedad rural asume el liderazgo de la Administración del Conocimiento, para contribuir a desarrollar la capacidad para manejar desde ahora el futuro.
Estamos ante la necesidad de generar cambios radicales. Se acabó la época de la transformación progresiva, no hay tiempo, necesitamos un cambio radical en nuestra actuación productiva que nos asegure la recuperación de nuestros activos más preciados: agua, tierra y clima.
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Cuanto más demoremos en tomar decisiones, menos serán las opciones que tenemos, de ahí que el tiempo para innovarnos es el gran desafío que tenemos los productores y para enfrentarlo se necesitan esfuerzos en la construcción de alianzas público privadas de enorme calidad y magnitud para privilegiar la atención a las causas del círculo vicioso del rezago en el desarrollo rural.
El saldo de la deuda de la investigación la asumimos los productores desde 1996, en que el gobierno delegó la administración de los recursos económicos para la investigación y transferencia de tecnología agropecuaria en las Fundaciones Produce.
En 1996 los integrantes de la Fundación Produce Michoacán, A. C. en su primer año de gestión con más entusiasmo que conocimiento de los alcances de la administración de recursos para la IyTT agropecuaria, recibimos una cartera de proyectos de investigación que debían financiarse al Inifap en sus cuatro campos experimentales, lo cual se realizó y al final del año, la mayoría nos entregó solo conclusiones, no resultados que tuvieran aplicabilidad a las necesidades de los productores. Los investigadores aplicaban la metodología de la ciencia tradicional orientada a describir y explicar los hechos, sin que necesariamente se pudiera aplicar, y empezamos a identificar la falta de pertinencia de los resultados, ya que el investigador experto no tenía relación con los productores, solo con su experimento, se tenían múltiples proyectos sobre un mismo tema o sistema producto, por la realidad fragmentada percibida por cada investigador. En este tiempo hubo una total resistencia por parte de los investigadores a integrarse en equipos, incluso a nivel de su institución, y a tomar en cuenta el sentir de los productores, debido al divorcio de la teoría y la práctica, a partir de 1997 iniciamos el viraje del financiamiento a los proyectos de IyTT.
La orientación de la investigación y transferencia de tecnología a la atención de la demanda, no se ha dado de la noche a la mañana, hubo que entender que es imposible desarrollar nuevos estilos de organización y gestión mientras continuemos pensando de manera antigua. Por lo que ha sido necesario romper paradigmas de la comunidad científica y de los actores rurales, pasando de lo meramente técnico/productivo (producir para vender), a lo técnico/económico (producir para un mercado específico). Este proceso de orientación se llevó 5 años.
Para precisar la demanda de investigación y transferencia de tecnología de nuestros actores de las cadenas productivas, ha sido necesario el uso de metodologías como:
Encontrando como problemas comunes:
Analizando la inversión realizada con el enfoque tradicional lineal, de apoyar la investigación básica-aplicada-validación-demostración y la poca adopción de los resultados, detectamos que todos los actores jugaban un papel muy definido y limitado en el proceso de masificación de la transferencia de tecnología. Por lo que asumimos el desafío de democratizar el conocimiento es decir, hacerlo llegar al mayor número de productores, y crear en ellos una nueva cultura ante un nuevo entorno:
Para apoyar la innovación que requieren productores rurales, para recuperar o sostener sus competitividad, es necesario reconocer que todo el sector rural de Michoacán, necesita la agregación de valor en sus productos primarios, que le den además de la ventaja comparativa que siempre ha tenido Michoacán, la ventaja competitiva sustentable en los mercados. Para ello ha sido necesario la permanente evaluación de resultados que nos de la mejora de los procesos de apoyo a los proyectos de innovación que demandan nuestros usuarios/beneficiarios, monitoreando las señales del mercado destino de nuestros productos, dimensionando las variables social y de medio ambiente. Tradicionalmente estas 3 dimensiones (Mercado, Medio Ambiente y lo Social), habían sido ignorados por la ciencia tradicional, pero hoy es una responsabilidad de ética administrativa, garantizar la conservación de los recursos naturales y la base del tejido social que integran los sistemas de producción de cada una de las cadenas agroalimentarias de importancia para el desarrollo rural del estado de Michoacán.
Fundación Produce Michoacán A.C.
Aramén #5 colonia Felix Ireta
Morelia, Michoacán, México C.P. 58070
Teléfonos: (443) 324-3641 y (443) 314-9623
Correo electrónico: correo@producemich.org.mx